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Lalibela, los secretos de la Tierra Santa desconocida

  • Foto del escritor: Livia Drusila Castro Jiménez
    Livia Drusila Castro Jiménez
  • 9 ene 2018
  • 5 Min. de lectura

Etiopía es un país situado en el cuerno de África, distinguido especialmente por la fuerte hambruna que atravesó en el año 1984. Esta catástrofe fue debido a la sequía que azotaba la zona oriental del continente africano, y se llevó consigo la vida de casi un millón de personas. Pero más allá de esta masacre, Etiopía, antiguamente denominada Abisinia, esconde tesoros que aún están por descubrir.

Jerusalén, la ciudad por antonomasia más representativa para la religión católica, tiene un símil en Lalibela, una ciudad santa situada al norte de Etiopía, con una tradición cristiana ortodoxa que perdura con el paso del tiempo.

[endif]--Doce iglesias talladas en roca viva bajo el nivel del terreno son el principal atractivo turístico de la ciudad santa y de Etiopía en general, pero no es lo único interesante que puede ofrecer la zona septentrional de este país que tanta miseria ha atravesado.

Abisinia en árabe, Aethiopia para los griegos, en castellano “el país de los rostros quemados”, constituye la cuna de la humanidad y del cristianismo.

El segundo país más poblado África después de Nigeria, el segundo más pobre del mundo según indicadores como el PIB (Producto Interior Bruto) o el IDH (Índice de Desarrollo Humano), la segunda nación más antigua del mundo en adoptar el cristianismo como religión oficial y el único país de África que se resistió a la colonización. La antigua Abisinia nunca ha sido colonizada, mantuvo su independencia durante el reparto de África, exceptuando un período de cinco años, durante los cuales estuvo bajo ocupación italiana. Esto explica por qué los habitantes del país de los rostros quemados conservan su cultura y sus costumbres milenarias, intactas.

La Navidad, ¿cómo se vive en Lalibela?

[endif]--La fiesta de Pascua o Navidad conmemora el nacimiento de Jesucristo en Belén y es la festividad más significativa dentro del cristianismo. Se festeja alrededor de todo el mundo, y en Lalibela es célebre por la rigurosidad y la especial importancia que le dan sus habitantes.

Los sacerdotes y personas que habitan en esta ciudad, así como todos los etíopes que peregrinan hasta allí, se reúnen alrededor de todas y cada una de las iglesias que protagonizan este lugar. La distribución de los templos no es casualidad, su disposición geográfica se corresponde con una representación simbólica de Tierra Santa. Además, la UNESCO nombró Patrimonio Mundial de la Humanidad a las 12 iglesias monolíticas que caracterizan la urbe. La más conocida de todas estas construcciones es “Biet Medhani Alem” (Salvador del mundo), el santuario monolítico más grande del mundo y cuyos muros rosáceos se estiran desde un foso de 12 metros.

Sus calles se visten de blanco cada mañana con la llamada del sacerdote a la oración. Es así como hombres, mujeres y niños cubren su cuerpo con pulcros velos para asistir al rezo matutino y orar a Dios.

“La Navidad es un momento muy especial para nosotros, por el día nos reunimos todos alrededor de las iglesias y cantamos y bailamos, y por la noche comemos carne y leche después de ayunar durante un mes”, cuenta Tadiso, un chico de 18 años que a su corta edad, habla perfectamente español, según él porque aprende de los turistas que allí van. Es sorprendente cómo la religión une a personas de todas las edades de manera indistinta, ya que en un país donde los recursos son escasos, uno de sus refugios es orar a Dios por sus seres queridos y por conseguir una vida mejor.

El tratamiento de la religión en España es muy diferente, los grupos de cristianos practicantes cada vez van quedando más relegados a personas de la tercera edad, mientras que la cifra de adolescentes practicantes y creyentes, disminuye progresivamente

.

“Me encantaría poder estudiar física en la universidad y algún día ser astronauta, pero mi familia me necesita, por eso rezo, para que la situación de mi país y la mía, mejore”, afirma Tadiso. Para él su única esperanza es la fe y por eso pone su deseo en sus manos, pues según este joven Dios es el único que le puede ayudar a conseguir sus metas.

El islam y el cristianismo, dos religiones distintas, pero no enfrentadas

La Plena Edad Media fue un periodo de tiempo caracterizado, entre otros sucesos, por los continuos enfrentamientos entre cristianos e islámicos, siendo las cruzadas su máxima expresión. Desde entonces y hasta la actualidad, los integrantes de estas dos religiones han intentado convivir en armonía, si bien es cierto que en el presente todavía existen ciertos prejuicios, que en las poblacion

es occidentales generan segregaciones entre sus residentes.

Los cristianos ortodoxos representan el 60% de la población etíope y los musulmanes el 34% según el censo nacional de 2007, el último al que se tiene acceso. Estas dos religiones han convivido en Etiopía durante cientos de años, pero ¿existen conflictos entre los componentes de ambas?

[endif]--“Mi padre era musulmán, tuvo tres mujeres y somos 15 hermanos, de los cuales algunos creen en Alá y otros pertenecen a la Iglesia ortodoxa como yo”, afirma Akalu, un hombre que se dedica a la caza y vive en Lalibela junto a su familia. A pesar de la predominancia de la religión católica, la convivencia entre los creyentes de ambos grupos no ha generado ningún conflicto del que se tengan datos. El respeto hacia el prójimo es un valor candente en su sociedad al que siempre hacen honor en este aspecto.

Abdul, representa la otra cara de la moneda, él es mahometano y sostiene que en Navidad ellos respetan las costumbres y tradiciones de sus distintos, e incluso las alaban, y durante el ramadán los otros respetan las suyas. Resulta asombroso ver como un país subdesarrollado es capaz de gestionar tan razonablemente las diferencias entre sus habitantes, sobre todo si lo comparamos con países occidentales. Países cuyo nivel de vida y de alfabetización está muy por encima de los niveles africanos, y que sin embargo la tolerancia y el respeto hacia otras culturas, puede ser todavía en muchas sociedades una asignatura pendiente del siglo XXI.

El turismo: a la caza del turista desprevenido

El mundo no tuvo noticias de Lalibela durante siglos. El primer relato llegó a Europa por boca del capellán de la Embajada de Portugal en 1521, pero fue excesivamente discreto. La ciudad santa de los ortodoxos etíopes siguió así sumergida en su sueño histórico hasta finales del siglo pasado, cuando los investigadores repararon en ella. Pero saber de su existencia no era suficiente para llegar hasta allí, hasta hace una década no había una carretera asfaltada capaz de resistir los impulsos destructores de la estación de las lluvias.

[endif]--El aeropuerto de Lalibela, cuya construcción tuvo lugar hace 10 años, es hoy en día una de las pocas formas de llegar hasta este recóndito lugar, que cada día acoge a un puñado de visitantes. Un sacerdote etíope dijo que allí cualquier visita es bienvenida, siempre y cuando los turistas no usurpen su intimidad. No les gusta que profanen sus tradiciones, ni las fotos indebidas, de hecho si ven algún flash de algún turista despistado, no paran hasta conseguir algo a cambio.

Su historia, sus templos, su cultura y sus tradiciones, pulcros a pesar del paso del tiempo, como los cientos de velos que inundan las iglesias arcaicas que adornan la ciudad. Un secreto hasta hace unos años, ahora un diamante en bruto que hay que custodiar y preservar.

Etiopía es una caja de sorpresas, Lalibela es una de ellas, pero hay otra más. Aksum, la capital religiosa de los ortodoxos etíopes. Allí está la Iglesia de Santa María de Sión, donde supuestamente se encuentra El Arca de la Alianza, que contiene las Tablas de la Ley con los Diez Mandamientos que Dios entregó a Moisés en el Monte Sinaí. Y este es otro de los misterios que aún están por descubrir.

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